La vigencia plena del acuerdo entre Argentina y Chile deja en un segundo plano el potencial de la relación Mercosur-Europa: hay que avocarse de lleno a explorar y explotar esta posibilidad que ya está abierta y en funcionamiento, y con gente capaz de asesorar para que Mendoza despegue.
Cada vez que Mendoza dejó habilitado un hub logístico en otro país, pegó un estirón en su crecimiento económico. Representan la puerta abierta, la pasantía para poder vender al exterior, la palmada en el hombro para generar confianza.
Adolescente aun -si optamos por humanizar a este territorio como metáfora de su situación y potencial- podría decirse que pasó la “edad del pavo” para encaminarse a una adultez segura. Aunque está por verse si lo hace responsablemente encaminándose a la generación de los recursos que necesita para vivir, o si le quedan resabios de su dependencia preadolescente, sus movimientos torpes y aun, su despilfarro inconsciente (y sin tener con qué) le siguen condicionando la madurez económica.
Ya sin sentido figurado, las cifras indican que resulta difícil generar empleo real y, de hecho, en los últimos años no lo ha logrado. Fuera de los chisporroteos de campaña, el diagnóstico real indica que con lo que producimos no se alimenta a los dos millones de habitantes que demandan cada vez más.
Allí están las alternativas productivas que ofrece la tierra y que, al parecer, habrá ánimo de poner en marcha, aunque antes hay que contener los sobresaltos y exclamaciones que lo vienen impidiendo, no solo desde posiciones ideológicas o fundamentalismos, sino también desde otras actividades económicas acomodadas que se han acostumbrado a mirarse el ombligo sin importarles demasiado el resto del propio cuerpo y menos aún, la subsistencia del ajeno.
Pero en materia de comercio exterior hay quienes han venido trazando caminos con esfuerzo y dedicación, para sí, pero también para los demás.
Ya no hay lugar en el mundo para aventureros, sino para emprendedores: lo mismo, pero sin pavear y buscando socios sin tener miedo ni prejuicios.
El jueves, una institución que ha cultivado en tierra fértil las semillas de un futuro para Mendoza estrechamente vinculado a su relación con el mundo, como es ProMendoza, explicó los alcances del acuerdo con Chile, en vigencia desde mayo, y al que en Buenos Aires no comprenden
Allí está la verdadera oportunidad para Mendoza: ser el eje aglutinador, la sede o catapulta y no solo el camino de paso, de una serie interminable de posibilidades de suministro de productos al otro lado de la cordillera o -como les gusta señalar a Mario Lázzaro y Fernando Urdániz, referentes de esa entidad- haciendo que nos una, definitivamente.
Pero además Chile tiene tratados de libre comercio con 86 países. Produce poco. Podríamos asociar empresas locales a las trasandinas para terminar productos que ninguno puede entregar al mundo en forma acabada.
De las 9 mil cosas que el mundo le reclama a nuestro país vecino, solo pueden responder por sí a 3 mil. El resto las puede complementar Argentina.
Empezamos en esta nota hablando de los hubs logísticos y aquí hay un dato no menor: tenemos en China, Singapur y Emiratos Árabes, lo tendremos probablemente en Centroamérica para almacenar productos en espera de exportación o en proceso de reetiquetado o transformación, pero ahora hay uno aquí no más, en Los Andes. Representa una ventaja que no solo los que ya exportan utilizarán, sino que tiene que ser una promesa de oportunidades y nuevas experiencias para cientos sino miles de nuevos jugadores en el mundo del comercio internacional: más actores capaces de encadenarse con protagonistas de otros países; otros productos a ser terminados del otro lado de la montaña para salir con tasa cero a las naciones con las que Chile mantiene tratados de libre comercio y ahorrarse (o repartirse como rédito) aquellas cifras que se hubieran gastado en pagar tasas solo sacando el producto desde Argentina, sin más.
Nuestra relación histórica con Chile es inversamente proporcional a la que nos vincula al puerto de Buenos Aires. La cercanía territorial -en lo concreto, además- nos permite aprovechar la estructura creada en Los Andes para enviar productos que nos compren por e-comerce, en la cantidad que se requiera, en no más de un día si no en cuestión de horas.El acuerdo comercial ofrece ventajas tan increíbles como desconocidas para muchos como, por ejemplo, el trato como “nacionales” para los argentinos que deseen emprender en Chile y participar en licitaciones como proveedores del Estado.
Lázzaro, director gerente de ProMendoza, lanzó un desafío que no es casual ni antojadizo: “¿Por qué no ser la Singapur de América del Sur?”. Si Mendoza no lo busca ni lo intenta, será parte de su historia triste de fracasos, timideces o chaturas. Pero hay otro espíritu que ha conocido Mendoza y es el de los desafíos de grandes dimensiones.
Es cierto: la cordillera hoy nos une como nunca antes con Chile y este país ya no es solo un bar en Reñaca para que los empresarios y políticos tomen algo en verano, sino una plataforma hacia el mundo.
Está al alcance de la mano. Están dadas las condiciones. Rige -a diferencia del tratado del Mercosur con la Unión Europea- plenamente el acuerdo binacional y hay asesoramiento y experiencia para poder avanzar.
Si no lo hacemos esta vez, no habrá a quiénes echarles las culpas fuera de nuestros propios cuerpos. La chance de que Mendoza despegue no pasa ni por un eslogan ni por un par de cosas distintivas, como lo venimos hablando desde hace tiempo, sino por romper los moldes de un país que, desde el puerto de Buenos Aires, nos tira hacia atrás, se empeña en repetir esquemas derrotistas o en volver al pasado, en forma cíclica.
Aquí está nuestra puerta al mundo. Y es por el Pacífico.
Fuente: El Memo